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27 de septiembre de 2016

Intervención en seminario “Todos somos Araucanía” organizado por la Sofofa

Discurso del ministro del Interior y Seguridad Pública, Mario Fernández, en la apertura del seminario.

Estimado señor presidente de la Sofofa, autoridades, señoras y señores.

Permítanme felicitar a la Sofofa por esta iniciativa. No sólo por la convocatoria amplia y plural de quienes van a participar en ella, sino por la denominación del encuentro, que apunta a la esencia de lo que todos queremos: “Todos somos Araucanía buscando acuerdos y desarrollo para la región”.

La reciente encuesta Casen, ya lo decía Hermann von Mühlenbrock recién, ha confirmado una realidad tan dramática como vergonzosa. A pesar del descenso de un 4% entre 2013 y 2016, la región de La Araucanía duplica en niveles de pobreza al promedio nacional y se ubica muy lejos de la región que le sigue en tal condición, que es la región del Maule.

La pobreza de La Araucanía además se encuentra mayoritariamente ubicada en su población rural que alcanza un 30% de la región, de la cual un 46% corresponde al pueblo mapuche.

Es una situación que La Araucanía no merece y que Chile entero debe tomar muy en serio. Es necesario adentrarse a fondo en sus causas y afrontar la magnitud que significa afrontar una solución.

Fíjense que La Araucanía es una de las cuatro regiones con mayores índices de inversión pública en Chile y es la segunda en beneficios de subsidios a las personas, cerca de un tercio de su población.

Asimismo, desde 1994, más de 214 mil hectáreas han sido adquiridas por el Estado para  entregarlas a cientos de comunidades con 18.500 familias, con un costo de 500 mil millones de pesos.

Por su parte, las dotaciones, instalaciones y equipamiento operativo policial han experimentado un incremento considerable durante la última década.

Ninguno de estos esfuerzos, sin embargo, ha podido revertir la dramática situación de La Araucanía. Por lo tanto, el mantenimiento de la pobreza, de la inseguridad y de la violencia en esta región obedece, hay que reconocerlo a causas sistémicas y requiere de enfoques integrales para revertirlas. Desde luego, se trata de superar los caminos monotemáticos aplicados hasta ahora, diseñados en Santiago o en Valparaíso, consistentes sólo en asignar tierras, sólo en infraestructuras y subsidios, sólo en fortalecimiento judicial y policial, definidos desde fuera de la región que no nos llevan a ninguna parte.

Se trata, mis queridas amigas y amigos, de alterar radicalmente el rumbo. De alterar radicalmente el rumbo. Que los análisis y las soluciones  provengan de los propios habitantes de la región; mapuches y no mapuches.

Así como el diseño de los programas y la implementación de los mismos. El Estado central debe proporcionar los recursos, dictar las normas y fijar las condiciones para que esas iniciativas tengan lugar, así como armonizar el desarrollo regional con el desarrollo nacional.

Es por eso que tiene tanto valor la mesa de diálogo, que con el carácter de comisión asesora presidencial se ha conformado bajo la facilitación –así le gusta denominarlo monseñor Vargas- bajo la facilitación de monseñor Héctor Vargas.

Es cierto que es una iniciativa modesta que partió sin grandes anuncios ni pretensiones a partir de una iniciativa conjunta de la Presidenta Bachelet y de monseñor Vargas, pero que paso ha ido ganando en prestigio y en difusión.

Así parten las grandes cosas, si se cuenta con una inspiración noble y con el compromiso de trabajo para sacarlas adelante.

Si me permiten una egoísta reflexión personal, siendo yo ministro de Defensa culminé con la llamada Mesa de Diálogo sobre Derechos Humanos, hace 15 años atrás. Se trató justamente en su inicio también de una iniciativa que era vista con distancia y con pocas esperanzas. Incluso cuando terminó, se dijo ‘bueno, ¿qué logró?’: bueno, a simple vista nada, pero abrió el paso al reencuentro entre los chilenos.

Entonces, por lo tanto, hay que valorar que a esta mesa han concurrido diversas personas representativas de la región, en sus diversas versiones de su vida social.

Es la sociedad civil la que forma para de ella. No para excluir a nadie, sino para poder reflexionar sin interferencia de las otras dimensiones, especialmente de la política.

Asimismo, debo decir que los parlamentarios de la zona, de los partidos de Gobierno y oposición se han constituido en una suerte de ‘bancada de La Araucanía’ bajo la coordinación del senador José García Ruminot. Esta bancada inédita en su composición ha celebrado varias reuniones, una de ellas con la Presidenta Bachelet y algunas con el ministro que habla.

Ayer mismo, sostuvimos una extensa sesión, que por lo demás no ha aparecido en ningún medio de comunicación escrito, lo cual habla bien, quizá, de su celebración.

Una extensa reunión en la cual los parlamentarios, sin diferencias de ubicación política, han planteado temas comunes.

Desde luego, la necesidad de buscar una solución para las víctimas de los atentados o de focalizar la inversión pública. Especialmente, ocupándose de los temas de interconectividad y agua potable, por ejemplo.

Se trata, por lo tanto, de una iniciativa admirable, de diálogo constructivo orientado sólo al común propósito de sacar adelante la región. Su tarea, de esta bancada, también discreta, es un ejemplo de cómo hacer política como se debe. En estos tiempos de tanta crítica a la actividad pública.

¿Qué estamos haciendo como Gobierno? Desde luego que hemos realizado un gran esfuerzo para incrementar los recursos destinados a la región en el proyecto de Ley de Presupuesto que la Presidenta Bachelet enviará al Congreso este fin de semana.

El ministro de Hacienda me ha comunicado que la focalización de dicho esfuerzo fiscal en la región amerita la formación de un equipo de trabajo especial para coordinar los esfuerzos tanto sectoriales como de la propia región en la elaboración de una especia de plan que identifique programas y proyectos, que tengan como base los lineamientos que cada ministerio y que la propia Araucanía hayan definido en su Presupuesto para el año 2017.

Del mismo modo, me he comprometido con los parlamentarios de la bancada regional a una pronta decisión sobre la calificación de zona rezagada para algunas zonas de la región que lo ameriten.

En una perspectiva de más mediano plazo, me comprometí formalmente ante la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados sobre la Violencia en La Araucanía a estudiar el establecimiento, la dictación de una Ley Especial para La Araucanía.

Se trata de un antiguo anhelo que se hace indispensable para dotar a la región de un status permanente, con aseguramiento de recursos financieros y materiales, así como de incentivos para desarrollar emprendimientos productivos en la región.

Señor presidente, señoras y señores, junto con agradecer muy sinceramente por esta invitación, quisiera terminar mis palabras con las que pronuncié en el Senado de la República hace un par de meses, en mi primera comparecencia como ministro del Interior.

Dije, la Región de La Araucanía es parte de Chile. Sus habitantes de ayer, de hoy y de mañana, fueron, son y serán chilenos. Viven allí desde hace siglos, pueblos originarios de nuestra patria, que le han dado las raíces más profundas de su historia.

Con el tiempo, se fueron sumando migrantes o chilenos de otras latitudes que fueron configurando una zona de confluencia cultural diversa y rica como es también toda la nación chilena.

En esa zona de lluvias y de árboles, nació Chile, cuyo mismo nombre el Abate Molina lo atribuye a la expresión mapuche ‘Trile’, un pájaro tipo de sus bosques.

En La Araucanía vivieron Gabriela Mistral y Pablo Neruda y un gran retrato de Lautaro, el primer jefe militar chileno, pintado por Fray Pedro Subercaseaux, adorna desde hace décadas el despacho del comandante en jefe del Ejército de Chile.

Señor presidente, señoras y señores, me anima la más profunda convicción de que estamos iniciando este nuevo camino para la paz y el desarrollo en La Araucanía con los mejores augurios. Si bien que es otro intento de los muchos que se han emprendido con desazón para la región. Soy genuinamente optimista porque veo muchas voluntades generosas comprometidas y porque Chile es capaz de cosas grandes.

Todos somos Araucanía.

Muchas gracias.